Ayer por la mañana, estaba yo hojeando el periódico mientras almorzaba cuando me encontré con una de esas noticias que no sabes si reírte o echarte a llorar. Lo dejo a vuestro criterio:
Castigado con 120 euros de multa por practicar sexo con su perra en su casa de Torrent
Como habréis podido apreciar, el periódico no escatima en detalles escabrosos. A mi me llama la atención sobre todo la vecina, mirando por la ventana a ver qué hacía o no el hombre con su perra, y que el susodicho no se molestase ni en echarse un batín por encima para abrir la puerta (era la policía, pero podría haber sido el hijo menor del vecino pidiendo sal, y ahí sí que se habría liado la cosa).
Y sobre todo, no sé qué pensar del acusado, que incluso después de la condena no es consciente de haber hecho nada malo y sigue diciendo que la quiere mucho y que nunca le ha faltado de nada, y no para de preguntar cuándo se la van a devolver.
Lo que me parece fatal, qué queréis que os diga, es que la prensa haya publicado la foto y hasta la nueva identidad de la víctima, que a saber en las garras de qué otro pervertido cae ahora. Y que no se haga mención a que le hayan prohibido al condenado la tenencia de otros animales domésticos a los que pudiera hacerles lo mismo que a la pobre Estrella...
Y lo más importante, ¿qué esperan en Hollywood para rodar esta historia? Podrían titularla: "Una Julieta muy peluda".
Ya decía yo que saltarnos el fín del mundo el 23 de diciembre pasado era muy mala idea. La humanidad va cuesta abajo..
ResponderEliminar...Y los valencianos nos despeñamos a doble velocidad XDD.
EliminarCreemos que nada nos escandaliza y aparece un zoofilo y nos desmayamos cuando esa perversión (creo que en este caso si se aplica ese politicamente incorrecto término)aparece en nuestro barrio. Con la edad del zoofilo es raro que no se le conocieran estas costumbres ¿¿O comenzó a practicar su cochinada ahora en la sesentena? Hay algo peor que el zoofilo. Una vez leyendo una de estas noticias, me quejé que en Chile no tuvieramos leyes en contra de la zoofilia y mi interlocutor, profesional veintiañero, me contestó sin asomo de ironía "¿Y qué te hace pensar que a la perra no le gusta?"
ResponderEliminarLo más seguro es que ningún vecino se hubiera molestado hasta ahora en espiar por la ventana, por eso no se le conocían esas costumbres. Aunque viviendo en una ciudad pequeña, me extraña. Lo más seguro es que el hombre nunca hubiera tenido un vecino animalista.
Eliminar