domingo, 18 de septiembre de 2016

Tres días, tres citas III

Y terminamos el reto con un pequeño homenaje. El principio de "Los gatos de Ulthar", de H.P. Lovecraft.

Se dice que en Ulthar, que se encuentra más allá del río Skai, ningún hombre puede matar a un gato; y ciertamente lo puedo creer mientras contemplo a aquel que descansa ronroneando frente al fuego. Porque el gato es críptico, y cercano a aquellas cosas extrañas que el hombre no puede ver. Es el alma del antiguo Egipto, y el portador de historias de ciudades olvidadas en Meroe y Ophir. Es pariente de los señores de la selva, y heredero de los secretos de la remota y siniestra África. La Esfinge es su prima, y él habla su idioma; pero es más antiguo que la Esfinge y recuerda aquello que ella ha olvidado. 

Si queréis leerlo completo, y saber por qué en Ulthar no se puede matar gatos, he encontrado el cuento aquí

Hala, hasta más ver.

sábado, 17 de septiembre de 2016

Tres días, tres citas II.

Seguimos con el meme de Barrillete Cósmico. Esta vez toca lección de economía, a cargo del Maestro Pratchett y uno de sus mejores personajes. Analizadla con cuidado, que tiene miga. Pertenece a "Hombres de Armas". He estado a punto de poner el Juramento de la Guardia Nocturna de Ankh-Morpork, pero eso hay que descubrirlo por uno mismo.

"La razón por la que los ricos eran ricos, razonaba Vimes, era que se las arreglaban para gastar menos dinero.Tomemos el caso de las botas, por ejemplo. Él ganaba treinta y ocho dolares al mes mas complementos. Un par de botas de cuero realmente buenas costaba cincuenta dolares. Pero un par de botas, las que aguantaban mas o menos bien durante una o dos estaciones y luego empezaban a llenarse de agua en cuanto cedía el cartón, costaban alrededor de diez dolares. Aquella era la clase de botas que Vimes compraba siempre, y las llevaba hasta que las suelas quedaban tan delgadas que le era posible decir en que lugar de Ank-Morpork se encontraba durante una noche de niebla solo por el tacto de los adoquines.Pero el asunto era que las botas realmente buenas duraban años y años. Un hombre que podía permitirse gastar cincuenta dolares disponía de un par de botas que seguirían manteniéndole los pies secos dentro de diez años, mientras que un pobre que solo podía permitirse comprar botas baratas se habría gastado cien dolares en botas durante el mismo tiempo y SEGUIRÍA TENIENDO LOS PIES MOJADOS. Esa era la teoría "Botas" de la injusticia socioeconómica del capitán Samuel Vimes.

Mañana la última.

viernes, 16 de septiembre de 2016

Tres días, tres citas (meme)

Pues Barrilete Cósmico me ha nominado a uno de esos memes literarios que hace de vez en cuando. No sé a quién pasárselo yo, así que los que aún vengan por aquí, primero, que hagan callar a los grillos. Y luego, pueden cogérselo y hacerlo libremente.

Esta cita es de Úrsula K. LeGuin. No es de un libro, sino de una entrevista. Me gusta mucho porque expresa muy bien lo que sentí mientras leía "Harry Potter", y que encuentro muy aplicable a la mayoría de las "sensaciones literarias" que salen cada año (Coffcoffcincuentasombrasdegreycoffcoff).

Los críticos que deciden hablar sobre una novela de fantasía sin haber leído fantasía desde que tenían ocho años, e ignoran la historia y la extensa teoría de la literatura de fantasía, se ponen en ridículo porque no saben cómo leer el libro. No disponen de información contextual que les indique cuál es la tradición de ese libro, de dónde viene, qué intenta lograr, qué logra. Esto quedó demostrado cuando se publicó el primer volumen de Harry Potter y los autores de muchas reseñas se desgañitaron alabando la increíble originalidad del libro. Esa originalidad fue una invención producto de la rotunda ignorancia de los reseñadores sobre ciertos géneros (la fantasía infantil y el relato ambientado en los internados ingleses), sumada al hecho de que no habían leído fantasía desde los ocho años. Fue lamentable. Era como ver a un chef televisivo comerse una tostada con mantequilla y exclamar: "¡Increíble, qué delicia! ¿Cómo he podido vivir sin esto?

Hala, mañana más.

lunes, 12 de septiembre de 2016

Tiempos modenn-nos

Capítulo Primero.

Hace mucho, mucho tiempo, me robaron una bici.

Naturalmente, fui a la policía. No os equivoquéis, no es que pretendiera que todo el cuerpo se movilizara en plan CSI para buscar una vieja bici de paseo plegable. Era más un "si os la encontráis por la calle, que sepáis que es mía".

El policía que me atendió tenía un enorme ordenador encima de la mesa. Era a principios de los noventa, así que era uno de esos cacharros con el monitor tipo tele. El logo de "güindous" daba vueltas hipnóticamente en la pantalla.

Más o menos así.

El policía sacó su Olivetti, puso dos hojas de papel con una de calco entre las dos y tecleando metódicamente con los dos dedos índice, me tomó la declaración.

Capítulo segundo

Hace unos ocho o nueve años, Castellón decidió por fin implantar el DNI electrónico que ya se venía haciendo en casi toda España. Tras dos días de curso intensivo (o sea, dos chicas de Madrid que vinieron a enseñarnos y que además venían con las uñas preparadas por si alguno de nosotros cometía la inmensa maldad de decirles una palabra en "nuestro dialecto" en lugar de hablarles en "el idioma del Imperio") se consideró que ya estábamos lo bastante preparados para comenzar.

El primer día, llovió. Hubo una avería en la red, e Internet estuvo desaparecido en combate casi toda la mañana. No hubo forma de hacer más de tres o cuatro carnets ese día, para comprensible cabreo de los ciudadanos, recochineo de la prensa local y agobio de los trabajadores de la Oficina de Documentación.

Durante cuatro meses, aguantamos caídas del servidor, cortes de luz, fallos en el aire acondicionado, problemas con el servicio de cita previa... la Alta Tecnología en todo su esplendor. Me han dicho que ahora mismo, el servicio funciona relativamente bien, el Gran Om (cuernos sagrados) sea loado. Espero que los operadores del servicio de Cita Previa ya se hayan enterado de que Castellón no es un pueblo de Castilla La Mancha.

Capítulo tercero

El Gobierno español ha decidido ser moderno. Y preocuparse por el medio ambiente (¿o era por el ambiente entero?). ¡El papel va a desaparecer de la Administración Pública! ¡Albricias! ¡Todo va a gestionarse electrónicamente! Administraciones locales, tenéis hasta octubre de 2016 para implantarlo.

Mi Ayuntamiento se puso a ello en junio de 2016. Comenzaron por los registros de entrada y salida.

En julio, con media plantilla de vacaciones, vino una chica a explicarnos lo maravilloso que es el programa Gestiona y cómo funciona y las posibilidades que tiene...

Una mañana, explicó las maravillas del programa en general. La mañana siguiente, las maravillas del programa de órganos colegiados. Y prometió volver en septiembre para explicar el resto.

Solo dos Ayuntamientos en este santo país tienen la aplicación de órganos colegiados de Gestiona. Ibiza y el mío. Somos algo así como beta-testers. O como yo prefiero decir...

¡Hola, soy una auxiliar interina de la Administración Local y estoy muy loca!

Bien, el programa es tan- tan nuevo y moderno que ni la encargada de enseñarnos como funciona sabía cómo hacerlo. Hemos tenido que aprenderlo todo sobre la marcha, improvisando, cagándola, y buscando atajos para hacer cosas que en realidad son muy fáciles... si te enseñan cómo.

Pero el problema es que instalar un programa en un ordenador es fácil, pero instalarlo dentro de la cabeza del usuario no tanto. Hay personas en este ayuntamiento que son como el policía del primer capítulo. Ya les costó bastante pasar de la Olivetti Línea 98 al ordenador, como para ahora hacerles pasar de los expedientes "reales" (las carpetillas de cartulina de colores), a los expedientes "virtuales", que ni siquiera están en su propio ordenador sino en una éterea nube.

Nunca te olvidaremos. Snif.

Cuesta cambiar radicalmente la forma de trabajar. Cuesta deshacerse de las pequeñas trampas tipo: "ahora no podemos redactar el informe, ya lo haremos el día de la reunión". O "mierda, he cometido un error y me he dado cuenta después de firmar, rompo el documento y hacemos uno nuevo". Cuesta quitarse de encima el estilo de trabajo ibérico y convertirnos en malditos alemanes.

Falta preparación, falta tomarse la molestia de probar si las cosas funcionan, y cómo lo hacen, antes de obligar a implantarlas en todo un país. Se necesitan más de cuatro días para conseguir que a una persona se le borren de la cabeza cuarenta años de experiencia y comience a pensar de una manera completamente nueva. Y los ciudadanos no tienen tanta paciencia.

Porque esa es otra: los ciudadanos. A partir del uno de octubre, va a entrar en vigor la sede electrónica. Los sábados dejarán de ser días hábiles para presentar instancias (tampoco es que viniera tanta gente), pero eso no es lo peor. En un país donde la Internet "urbana" va como el culo, y la rural no llega ni a eso, decidle a una señora que tiene que tener un certificado digital (o más marciano aún, un DNI electrónico) para quejarse a su ayuntamiento de que del solar de su vecino salen ratas como conejos.

En fin, que no sé si este plan de convertirnos en alemanes por narices va a funcionar, pero mirémoslo por el lado bueno: seguro que en el proceso surgen muchas anécdotas que podré contaros. De momento, ya he tenido un par de encontronazos con políticos.

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