jueves, 2 de diciembre de 2010

Historias opositoriales: El "meublés"

A estas alturas de milenio, todos tenemos ya lo que en épocas más pacatas se llamaba "un turbulento pasado". Hoy voy a ser valiente y confesar uno de esos turbios episodios.

Sí, lectores míos. Hace mucho tiempo oposité al Ministerio de Justicia. ¡No me juzguéis duramente! ¡Era joven y no sabía dónde me metía!

Lo cierto es que no sé muy bien cómo acabé metida en ello, ya que el ochenta por ciento del temario es derecho procesal, precisamente lo que peor se me daba cuando estudiaba derecho. Pero todos cometemos errores.


Nota para mis lectores extranjeros: una "oposición" es el conjunto de exámenes (habitualmente tres) por el que tiene que pasar un español para convertirse en funcionario público. Si te las tomas en serio, son lo más parecido al infierno en la tierra. Arruinan tu ciclo del sueño, tu vida social y tu sistema digestivo. Y eso para empezar.

Bien, una vez hecho el inciso, continúo con mi lamentable historia.

Lo primero cuando te presentas a una oposición de un cuerpo nacional es decidir en qué territorio quieres presentarte. El examen será el mismo para todos, pero dependiendo del  número de plazas ofrecidas en ese territorio y del número de personas que se presenten, la "nota de corte" (aquella a partir de la cual se te considera "apto", que no tiene necesariamente que coincidir con el clásico "cinco", en realidad yo nunca la he visto por debajo del seis y medio) puede ser mayor o menor.

Por cuestión de número de plazas ofrecidas (la oferta en la Comunidad Valenciana suele ser escasilla), los valencianos tendemos a elegir como localidad de examen Barcelona. Sí, hacen un tercer examen de idioma, pero nosotros podemos librarnos de él presentando el título de la Junta Qualificadora de Valencià. Y podemos optar a una plaza en Tarragona, que si eres de Castellón es casi como estar en casa.

Pero examinarse en Barcelona tiene un pequeño inconveniente: el examen es por la mañana, así que hay que pasar la noche allí. Y ahí entra la búsqueda de alojamiento.

De modo que mis compañeras de Academia y yo, armadas con una guía de hoteles de Barcelona, nos sentamos a la mesa de una cafetería y comenzamos a mirar, descartar y elegir hoteles para velar las armas.

-¡Mira! -dijo una de mis compañeras.- Este es barato y está justo detrás de la Politécnica (que es justamente donde se hacía el examen, así que más conveniente, el hotelito no podía ser).

-¿Qué significará "meublés"?

(Aquí hago una pausa para que mis lectores barceloneses se descojonen a gusto a mi costa. ¿Ya? Pues seguimos).

-Voy a llamar, a ver si tienen sitio.

Y lo hizo. Pocos días después, teníamos dos habitaciones reservadas en un discreto meublé barcelonés, justo detrás de la Universidad (solo había que cruzar una calle para llegar).

-Me han preguntado si íbamos a hacer una fiesta, qué raro, ¿no?

Y allá fuimos, cual inocentes corderillos, mis dos compañeras, el novio de una de ellas y yo.

En cuanto llegamos y metimos el coche en el aparcamiento, el recepcionista lo cubrió con una lona procurando dejar bien tapada la matrícula. Luego de pasar por recepción, nos condujo a nuestras habitaciones procurando que no nos cruzáramos con nadie.

Lo primero que vi al entrar en la habitación fue el espejo. Un enorme espejo que ocupaba toda la pared a los pies de la cama (bueno, en realidad de las dos camitas juntas). Al menos, no estaba en el techo. Las paredes eran de un "discreto" color rosa. El cuarto de baño estaba a la izquierda, nada más entrar en la habitación. Estaba separado de ésta por un cristal transparente, que se podía ocultar con una cortina (lógico, tiene su morbo ver a tu pareja o rollete de una noche duchándose o dándose un baño de espuma, pero lo pierde totalmente si le tienes que ver cagando, bueno, o tal vez no, yo no soy quién para juzgar los gustos ajenos).

Y luego, estaba el hilo musical. Una espera que en esa clase de lugar haya música suave, para crear un ambiente erótico/romántico (táchese lo que no proceda), no salsa. Supongo que las parejas se lo pasarán muy bien dándole al fornicio al ritmo de "Abusadora", pero a mí me pareció bastante "cortarrollos".

-¡Oye! -dijo mi compañera de catre- ¡Sólo hay sábanas! A ver si vamos a pasar frío...

De modo que nos presentamos en recepción. El empleado nos miró extrañadísimo. Casi pude oírle pensar: "¡Pervertidas! ¿Para qué querrán las mantas?" (la verdad es que la calefacción estaba tan alta que casi me molestó la manta y todo, aquella noche).

Como ya os he dicho, lo que más me fascinó era el espejo. Debo confesar que mientras mi compañera dormía la siesta, yo pasé un rato muy divertido viendo el reflejo de mis pies y pantorrillas moviéndose por detrás de mi cabeza como si tuvieran vida propia (lo sé, lo sé, soy una friki).

Naturalmente, en el meublés no preparaban cena ni desayuno (allí se va a lo que se va), así que cenamos en un frankfurt cercano (del que al día siguiente vi salir caminando una paloma tan grande que de reojo la confundí con un perrito), y al día siguiente desayunamos en el bar de la Politécnica.

El meublés nos proporcionó carcajadas para toda la semana siguiente en la Academia, lo cual nos ayudó a quitarnos un poco la depresión "post-noapto". Y, dado que era un sitio barato y estaba cerca de donde se hacía el examen, al año siguiente volvimos a llamar:

-¿Es para una fiesta?

-No, es para dormir.

-Ah, creía que iban al edificio colindante...

(Aquí va otra pausa para que todos, barceloneses y no barceloneses, os descojonéis a gusto. ¿Todos han terminado? Vale, sigo).

Como ya habréis adivinado, el "edificio colindante" era una sucursal del Gremio de Costureras, una casa de lenocinio, un lupanar... vamos, lo que viene siendo de toda la vida un burdel.

-Como te acerques, te la corto.- le avisó mi compañera a su novio.

Si él llegó a pasar al "edificio colindante" o no, nunca lo sabremos...

Y volvimos a palmar. Y al año siguiente volvimos a repetir la llamada:

-¿Es para una fiesta?

-No, queremos una habitación para pasar la noche.

-Oh, entonces lo siento, no me quedan habitaciones. Es que al día siguiente hay un examen y esto está lleno de opositores.

Así que nos tocó dormir en un hotel de tres estrellas en un barrio llamado Tres Torres... pero esa ya es otra historia.

9 comentarios:

  1. "-No, queremos una habitación para pasar la noche.

    -Oh, entonces lo siento, no me quedan habitaciones. Es que al día siguiente hay un examen y esto está lleno de opositores. "


    ¿Se había... corrido... la voz? XD

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  2. Sip, se ve que alguien se fue de la lengua y miles de malditos buitres se quedaron con nuestras habitaciones. Lo que nunca sabremos es si alguno de ellos visitó el "edificio colindante".

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  3. Ya me la imagino en bata de guatiné y zapatillas de conejito en el portal del meublé cantando aquello de "Bien pagá, me llaman la bien pagá..." XD

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  4. Hmmm... Creo que en esta situación quedaba mejor "Ojos verdes", que la de "La bien pagá" era una chica de esas a las que se ponía un pisito en el Ensanche :P.

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  5. Igual el encargado descubrió el filón que suponían los exámenes de oposición y decidió cambiar la rama del negocio.

    La definición de oposición es bastante acertada: he asistido a clases antes de salir las notas que parecían la reunión de te del Sombrerero Loco, aunque en las de Hacienda son iguales para todo el país...y si apruebas, acabas donde haya una plaza.

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  6. Pues no creas, yo estuve una temporadita pensando que montar un hotel-cápsula al estilo japonés para opositores no sería mal negocio.
    ¡Madre, oposiciones a Hacienda! Una amiga mía me ponía la cabeza como un bombo hablándome de Matemática Financiera, a mí, que a duras penas recuerdo cómo se hace una raíz cuadrada...

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  7. Las oposiciones serían justo lo único que me faltaría a mí para perder la poca cordura y empatía que me quedan y decidirme a optar profesionalmente por el terrorismo. Tengo amigos que se han dedicado a ellas y se han sacado las de profesorado de secundaria y les veo y me da cosa el desgaste mental y físico que suponen.

    Por cierto, siendo yo de Madrid, me sé lo que es un meublés. Me he quedado con el culo torcío cuando lo has puesto. XD

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  8. Estoy en la sala de informática de la facultad y las caras que he tenido que poner mientras leía para no acabar a carcajada limpia han tenido que ser míticas xDDDD.

    En fins, igual el hombre vio que lo de diversificar era una buena opción gracias a vosotras xD. En realidad deberíais haberle exigido que os hiciera una oferta por ello, o algo xD.

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  9. Illuminatus: Según leí en un libro de derecho administrativo, a un tal Presidente Buchanan se lo cargó un opositor suspendido. Supongo que eso cuenta como terrorismo XD. Ahora, tus amigos son admirables: para dedicarse a la enseñanza hay que ser muy valiente. Yo tenía bastante nota para entrar en Magisterio (en aquellos tiempos con aprobar Selectividad bastaba), pero pensé:"¡Aaargh! ¡Si estudio esto voy a tener que ser maestra! ¡Todo el día con niños!"
    Mina: Si con esta te has reído, procura no leer en público la que tengo preparada para mañana. Me temo que va a ser "trending toppic" o como se escriba en Twitter XDDD.
    El problema de hacer el hotel cápsula para opositores, según me hizo ver una amiga, es la temporalidad. No se hacen oposiciones todas las semanas del año, así que no terminaría de ser rentable.

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