El sábado fue mi cumpleaños. Como todos los años, solo se acordó de felicitarme el bot de mi banco (corramos un tupido velo sobre el tema y no nos pongamos a lloriquear sobre lo poco que le importo a mi familia, que tampoco es que yo sea la más detallista del mundo). Bueno, sí, y como me hice un google + de esos sin querer, google me dedicó un doodle la mar de mono lleno de dulces, lo cual teniendo en cuenta que estoy a dieta, pues como os diría yo...
Bueno, PrimaPsicópata también se acordó de mi cumpleaños, ayer por la tarde. Y aprovechó para decir que a ver si invito a algo, ya que he llegado a una edad "significativa".
"Significativa". Manda huevos.
Cuarenta y cinco. Soy más vieja que mi madre cuando murió.
Mierda. Soy una "señora".
Debería comenzar a llevar faldas rectas por la rodilla y rebequitas para no resfriarme, debería comenzar a preocuparme por si me salen canas y hacer provisión de crema antiarrugas. Dejar las frikadas y comenzar a leer novelas serias, sesudas y realistas, leer revistas del corazón, preocuparme por la vida de los demás. Tendría que estar preocupadísima por el tic-tac de mi reloj biológico y amargada de la vida porque no tengo pareja.
Pero ¿sabéis qué? No me da la gana.
Mi abuela estaba desesperada conmigo porque, en sus palabras, no era "presumida". Es cierto, siempre he preferido la comodidad a la estética. Nunca he oído a mi reloj biológico, porque francamente, no es que odie a los niños, pero no tengo instinto maternal. Y nunca, ni cuando era una quinceañera con la cabeza llena de pájaros, me he imaginado "emparejada". Lo sé, lo sé, soy "mú" rara.
Con los años he asumido que nunca seré una gran escritora. Redactar bien no te convierte en artista, simplemente te convierte en alguien a quien no da asco leer. Lo de viajar por el mundo y vivir en un castillo (con mayordomo, por supuesto) se me pasó a los veinte. Y no sirve de nada lloriquear por los sueños perdidos.
Soy una simple auxiliar interina en lugar de presidenta del Gobierno. Y me alegro, porque con la que está cayendo no sé si podría dormir tranquila teniendo más responsabilidad de la que tengo ahora. Mi mayor preocupación es que al paso que vamos terminaré muriendo de vieja en mi puesto de trabajo, si puedo conservarlo. Y mi única pensión de jubilación será lo que pueda ahorrar ahora, porque si me fío del sistema, voy lista.
Pero vamos, ningún problema. Como decía en el anillo, "esto también pasará". Con un poco de suerte, hasta le encontraré la gracia a ser una "señora".