No sé si recordaréis (si acaso os lo recuerdo yo) la historia de "Cosita" (nombre ficticio, porque en realidad nunca he llegado a saber cómo se llama).
Una tarde del pasado invierno, cuando estábamos dándole su ración de galletas a "Cosita", se nos acercó un chico y nos preguntó si sabíamos de quién era y por qué estaba allí solo. La verdad es que contesté con evasivas, porque me daba un poco de apuro decirle a un desconocido: "Es que estoy tan chiflada que vengo todas las semanas a ver cómo está un perro al que no conozco de nada, y menos aún a sus dueños".
Hace como un mes, cuando fuimos a visitarle, vimos que en la puerta de la villa de "Cosita" había un cartel. Me acerqué pensando que igual era un mensaje de los dueños en plan: "Por favor, dejen de alimentar a mi perro", cuando para mi sorpresa, el cartel denunciaba que allí había un perro "desnutrido, deshidratado y deprimido" y acusaba a los dueños de maltratadores.
El caso es que... como os lo diría... desnutrido precisamente no me pareció el perro. De hecho, estaba bastante gordo. Deprimido, sí que me lo creo, porque pensándolo en retrospectiva, me di cuenta de que hacía como desde el verano pasado que no se veía ningún humano en la villa, así que si el animalito se aburría hace dos años, imaginaos ahora.
Pero la sorpresa más grande nos esperaba a la semana siguiente: "Cosita" ha desaparecido.
No tengo ni idea de si alguno de sus dueños pasó por allí, se avergonzó al ver el cartel y se llevó el perro a casa. O si alguien se lo ha llevado a una protectora, o a su propia casa. O si le han hecho algo malo al pobre bicho.
Seguimos yendo a pasear por aquella zona, las aceras siguen siendo buenas, y el café delicioso. Pero no puedo evitar ponerme triste cada vez que paso delante de la villa, y preguntarme dónde demonios estará "Cosita". Creo que Señorpadre aún no ha perdido la esperanza de volver a verle.
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