Todos los años la santísima institución para la que trabajo hace inventario de bienes.
Primero, contar los terrenos e inmuebles que tiene en diversos lugares del municipio, los vehículos, los semovientes (políticos no incluidos)...
Segundo, contar lo que hay dentro del edificio municipal. A tal efecto, se reparte entre los distintos departamentos un hojita con la lista de lo que había el año anterior, y una persona se encarga de comprobar si es verdad o no, y de corregir los errores si procede.
Adivinad quién es esa persona en mi departamento.
Tictac, tictac...
Imaginadme en medio de la oficina, lápiz y hojita de papel en mano, señalando lo que está bien y corrigiendo lo que está mal.
Mesa negra. Vale. Sillas viejunas que alguien debería cambiar de una vez. Vale. Mesas color crema. Vale. Mesitas para la impresora. Estanterías. Sillón con ruedecitas. Todo correcto.
Toca entrar en el despacho de mis jefes.
Perchero. Dos mesas. Dos sillas. Estanterías.
Armario de tres cuerpos.
¿Armario de tres cuerpos?
¿Dónde está el maldito armario de tres cuerpos?
¿Cuándo hubo un armario de tres cuerpos en este despacho?
¿Cuándo cupo un armario de tres cuerpos en este despacho?
Pues resulta que el armario existe, aunque no tiene tres cuerpos, y es bastante esmirriadillo. Pero si Secretaría lo considera un "armario de tres cuerpos", ¿quién es una mecanógrafa interina para discutirles?
Apunto. Armario de tres cuerpos. Correcto.
Y hasta el año que viene. Bienvenidos a la Administración Pública.
Yo también soy funcionaria publica y te comprendo. Kafka un poroto...
ResponderEliminarVeo que las cosas del procedimiento administrativo son igual de rarunas en todos los sitios.
EliminarUna vez leí en una especie de enciclopedia del Antiguo Egipto que Cleopatra consiguió que su Administración Pública funcionara perfectamente. Solo por eso, la señora ya se merece pasar a la historia y mi admiración eterna.