Poneos en situación. Sábado por la mañana. Las once de la mañana, concretamente. Yo llevaba unos leggings negros por debajo de la rodilla, una camisa ancha y larga, zapatillas de esparto y el pelo recogido en un moño para que no se notase que estaba sucio. Vamos, que era el anti-sexy y el antiglamour hecho señora. Entendiendo como "señora": persona de sexo femenino mayor de 45 años y con sobrepeso ("sobrepeso" siendo generosa, pero si yo no soy generosa conmigo misma, ¿quién lo será?). Y encima con leggings, que según la unanimidad internáutica están absolutamente prohibidos para las gordas como yo porque "damos asco". Os hacéis una idea, ¿no?
Pues pasamos Keko y yo por delante de la puerta principal al recinto de unos apartamentos y oímos "el silbidito". Ese "silbidito" que en el Idioma Machista Universal significa "tía buena".
Nunca me he dado por aludida con esas cosas (por suerte para mí, nunca he basado mi autoestima en el físico), y el mejor desprecio es no hacer aprecio, así que paso de largo hasta que Keko decide "regar" una palmera y tengo que pararme a esperarle.
¿Y quién aparece en lontananza, saliendo del jardín de donde procedía "el silbidito"? Pues El Portero.
¿Y quién es El Portero?
Aquí en una película saldría una cortinilla indicando que viene flashback. O una escritora de fanfics pondría en letras gordas *¡¡¡Flashback!!!* Por si no lo captáis.
Pues El Portero es un tipo baboso, cotilla y metomentodo, que no sé yo cuando trabajará porque se pasa la vida pendiente de la gente que va y viene por el paseo y de lo que hacen. Una de mis conocidas de paseos caninos matinales me ha prevenido contra él: "con la excusa de enseñarte el apartamento intenta aprovecharse". Sí, ahora me diréis, "¿Y por qué fue con él a que le enseñara el apartamento?" Eso requiere otro flashback, pero como os vais a hacer un lío, seguid leyendo y dejaré una nota al pie.
No hace falta aviso de fin de flashback ¿verdad? Bueno, imaginaos la cortinilla y mi primer plano con cara pensativa.
El Portero se viene directo hacia mí y me dice que él no ha sido el que ha silbado, que ha sido "el Antonio, que silba y se esconde", que él le dice que por lo menos dé la cara, pero... "Ha sido a ti, ¿verdad?".
En aquel momento, lo que me nacía era darle dos hostias bien dadas, pero recordad que soy una señora, así que dije con toda la tranquilidad del mundo:
- Ni idea, como he oído silbar he pensado que llamaba a mi perro. ¿Has terminado de mear la palmera, Keko?
Y me largué, pensando ya en esta entrada.
¿Vosotros os habéis creído lo de "el Antonio que silba y se esconde"? porque yo ni por un momento.
Y francamente, me gustaría saber lo que pasa por la cabeza de un tío para soltar "el silbidito". ¿Por qué se creen con derecho a decirme lo que opinan de mi cuerpo? Como leí en twitter hace poco: ¿Es que alguna vez les ha funcionado? ¿Se ha dado algún caso de que una tía al oír "el silbidito" o su equivalente rebuznado hablado se haya quitado la ropa y se haya arrojado al suelo gritando "¡Poséeme ahora mismo, machote!"?
Ahí lo dejo para la reflexión.
Notas al pie:
1) ¿No serás una feminazi de esas? Pues mirad, si desear el ir tranquila por la calle sin que me silben como a un perro o me digan groserías, es ser una feminazi, pues sí, y a mucha honra.
2) No es para tanto, ¿qué daño te hace? Mirándolo desde ese punto de vista... ¿qué bien me hace? ¿Soy más alta, más delgada, me ha caído un millón de euros del cielo? Ante la duda, cerrad la boquita.
3) ¡Deberías sentirte halagada, vacaburra! Y tú deberías estar agradecido de que una mujer te escupiera a la cara, gilipollas.
4) ¡Oye, que no todos los tíos somos así! Vale, pero casualmente, o no tanto, todos los que me han tratado así han sido tíos. Creo que un poco de resquemor por mi parte es comprensible. Y, por otra parte, si yo tengo que reír la gracieta del T*D*S P*T*S, vosotros bien podéis meteros este comentario por donde no sale el sol, chatos.
5) ¿Y mi derecho a la libertad de expresión? Termina donde empieza mi derecho a no oír groserías. Llévame al Constitucional si te atreves.
6) Pues no te quejes, que las afganas/nigerianas (insertar tu nacionalidad favorita)... : Pues no te quejes tú cuando te duelan las muelas, que hay gente por ahí muriéndose de Ébola.
7) Cualquier otra variante de los comentarios anteriores: Vete a cagar al monte, anda. Si no sabes cómo, hay manual de instrucciones.
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Breve hipótesis basada en experiencias propias sobre por qué mi compañera de paseos perrunos fue a ver el apartamento de El Portero:
Ejemplo uno: Iba yo caminando una tarde por una calle de Castellón. Como era invierno, ya era de noche, pero no eran horas intempestivas ni nada. Un hombre venía en dirección contraria, la acera no era muy ancha y él iba por su derecha, así que me aparté para cederle el paso.
- ¡No te apartes, imbécil, que no te voy a violar!
Muy tranquilizador y muy educado, ¿no os parece?
Ejemplo dos: una amiga nos había invitado a pasar el día en su chalet. Aún no tenía carnet, así que nos llevaba su padre. Ella y las demás se subieron en el asiento trasero, y yo me quedé un poco descolocada porque siempre me han enseñado que la "dueña" del coche va de copiloto. Y el padre me soltó "tranquila, que no te voy a meter mano". Me quedé con las ganas de contestar: "¿por qué cree que estoy pensando precisamente eso?"
Aún no sabéis por dónde voy, ¿verdad? Pues a que muchas veces las mujeres anteponemos el "no ser borde" y el "no todos son iguales" a nuestra seguridad. Y muchas veces por no ser borde acabas teniendo que pelearte con un pulpo.
Así que, chicos, pensadlo bien antes de soltar "el silbidito". O mejor aún, no penséis, simplemente no lo hagáis.
PD: ¿Debería decirle a "el Antonio" que si está leyendo esto se manifieste y confiese su culpabilidad si procede?