sábado, 23 de octubre de 2010

Rescatando entradas 4: Terror en la cocina (el horripilante caso de las anguilas zombis)

Publicada originalmente el 3 de junio de 2005. La rescato como principio de lo que podríamos llamar "la semana terrorífica", que terminará el Lunes 1 de noviembre. ¡Pasad miedo, muuuucho mieeedooo!



Se dice que hay verdades, mentiras y estadísticas. Dicen las estadísticas que el lugar más peligroso de la casa es la cocina. Esta vez no se equivocan. Y también es el más terrorífico.

¿Os habéis parado a pensar, oh tragones que disfrutáis alegremente de una paella o un conejo al ajillo, en los peligros que ha corrido la sacrificada persona que lo ha cocinado? ¿Sabéis acaso que la carne de conejo, cual fantasma vengativo, salpica de aceite hirviendo a quien no tiene la precaución de echarla de lejos en la paella o la sartén a una prudencial distancia (no menos de un kilómetro)? Sí, amiguitos, esas cosas ocurren, y a veces van más lejos. Mi tía M. anduvo varias semanas con una fea quemadura en medio de la frente porque una cabeza de conejo salió disparada de la olla a presión cuando la estaba sofríendo y la golpeó justo entre los ojos. 

Pero sin duda, no hay historia más terrorífica que la de.... ¡LAS ANGUILAS ZOMBIES!


Sí, amiguitos, las anguilas zombies, y esta es una historia que puedo contar con conocimiento de causa porque me ocurrió a mí. 


Siempre había querido preparar unas anguilas "al all i pebre", por eso en cuanto vi aquellos bichos en la pescadería no pude resistir la tentación. El primer motivo de terror fue el precio, pero ya se sabe que el pescado es caro (Sorolla dixit). De modo que solté la pasta y me llevé las anguilas a casa. Troceadas y sin cabeza.

Una vez en casa busqué en un libro de cocina la receta del all i pebre. Como no la encontré por ninguna parte, opté por prepararlas "al limón".

Las preparación consiste básicamente en macerar las anguilas durante una hora en zumo de limón, rebozarlas en harina y freírlas. Parece facil, ¿verdad? ¡Craso error! En cuanto eché los pedazos de anguila (sin cabeza, recordad) dentro del zumo de limón, comenzaron a... ¿podré decirlo sin temblar? ¡Sí, puedo! comenzaron a... moverse.

Siguieron moviéndose mientras las rebozaba en harina, y saltaron y se retorcieron cuando las eché al aceite hirviendo. Una de ellas saltó de la sartén a la encimera y tuve que perseguirla entre los fogones. Incluso me pareció ver que un pedazo se movía cuando le clavé el tenedor para comérmelo.

En aquel momento, me dije que nunca volvería a comer anguilas. La gula del norte se inventó para estos casos, seguro.

4 comentarios:

  1. Las estadisticas son ciertas, y las cocinas, unos lugares particularmente horribles: riesgo de quemaduras, de cortes, y lo que es peor, tener que limpiarla suele dar más asquillo que cualquier otra tarea.

    Las anguilas son unos pescados bastante grimosos, seguidos de cerca por las lampreas (las hermanas pequeñas y amargadas de los gusanos de Dune). Nunca me han gustado estos bichos que no han terminado de decidirse por un lado de la evolución y ni siquiera parecen tener el centro nervioso en el lugar correcto, de ahí que no se mueran como dios manda. De hecho, un carnicero conocido mío cuenta que hace bastantes años (cuando los mataderos no estaban daban al río directamente) se encontró con una anguila asomando por el desagüe: la bicha había seguido el rastro de la sangre y remontado el río. Malditos engendros lovecraftianos...

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  2. Bueno, lo del movimiento post-mortem no es nada raro, sobre todo si el bicho está fresco, por aquello de que las células del organismo aún están vivas durante un tiempo después de la muerte del individuo en sí. Aunque parezca atípico y extraño, cuanto más simples son los organismos, más independencia tienen sus partes y como las anguilas son bastante primitivas, ya lo tienes.

    Eso si, como espectáculo no tiene que ser muy agradable que la comida intente escaparse del plato.

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  3. Las anguilas, las lampreas, los cangrejos... bichos todos que se alimentan de desechos. Te estabas comiendo a los basureros del mar!!

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  4. Pues vaya ánimos me estáis dando entre todos...
    Renaissance: ¡uf, mejor no hablemos de cortes, que me he dado cada uno que parecía que Eduardo Manostijeras acababa de hacerme la manicura! Un consejo, aficionados a los guisos: la mandolina es vuestra mejor amiga (siempre que os acordéis de utilizar el protector de dedos).
    Y además de no haberse decidido de qué lado de la evolución están, las muy cabronas tampoco tienen decidido dónde prefieren vivir, si en el mar o en los ríos, y se empeñan en dar argumentos a los magufos yendo a desovar todas al Mar de los Sargazos.
    Lampreas no he comido nunca, por aquí no se venden, pero durante una temporada a Señorpadre le dio por comprar morenas directamente a los pescadores. Serían deliciosas si no tuvieran tanta espina. Igual que los congrios.
    Illuminatus, lo del sistema nervioso central y eso ya lo sabía, pero pensaba que después de dos horas muertas su obligación era dejar de funcionar. Evidentemente, estaba equivocada XD.
    Anónimo: los cangrejos (y el marisco en general) no son algo que me guste demasiado: mucho trabajo para poca carne. A mí dadme una buena rodaja de merluza fresca y que se coma los langostinos el de al lado. Pero respecto a lo de "comerme los basureros del mar", bueno... soy valencian ¡aquí nos gustan los caracoles! Y en mi pueblo, la comida típica de Navidad es la sopa de "menudillos" con pelotas de magro de cerdo picadito mezclado con sangre. Si alguien puede comer eso, es capaz de comer cualquier cosa.

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