jueves, 28 de octubre de 2010

Una breve historia sobre incompetencia arquitectónica.

La mini-entrada de ayer me ha dado otra idea para la "semana terrorífica": contaros la historia del primer convento del Desierto de Las Palmas.

Antes de empezar, aclaro que "Desierto" es como llamaban los Carmelitas a los lugares donde hacían sus ermitas y conventos, aunque, como en este caso, no tuvieran nada de "desértico" (al menos, no lo tenía antes de que comenzara a incendiarse).

Actualmente es parque natural y Bien de Interés Cultural protegido por la Generalitat Valenciana. Miles de excursionistas (beatillos como los de la entrada de ayer o simplemente aficionados a la montaña) lo visitan cada año. Pero empecemos con la historia:

Allá por 1681, los Carmelitas decidieron fundar un "desierto" en la Provincia Aragón-Valencia (entendamos "provincia" como institución de derecho eclesiástico, no en el sentido jurídico-político actual). Tras unas cuantas negociaciones, terminaron instalándose en una masía, de la que luego salieron para fundar el primer convento. La primera zanja que abrieron, encontró terreno arenoso, así que buscaron un lugar mejor. El tracista consultó a varios expertos que le dijeron que no había ningún problema en "edificar el llano de un monte ceñido al norte, este y sur por un barranco situado a 150 palmos". Y tranquilo, oye, que no pasa nada si el terreno está compuesto de arena y tierra suelta. Vosotros hacéis unos buenos cimientos y en paz (ejem, ejem y muchos más ejem). Esto era a finales del siglo XVII, allá por el 1699.

El 3 de octubre de 1782 se declaró tal incendio, que en testimonio de la época, el convento estaba rodeado de fuego por todas partes y no necesitaban velas ni lámparas para andar por dentro de él. Las llamas llegaron a verse desde Nules (si no fuera por lo mucho que se ha construido, el Desierto podría verse desde toda la comarca de La Plana; de hecho, actúa como "barómetro casero": Cuando "no se ven Las Agujas", ve a buscar el paraguas).

En 1783 hubo varios meses de fuerte sequía. Así que ocurrió lo siguiente (en palabras de un historiador de 1898):
"Fue tan grande la sequía que en el año 1783 reinaba en aquella comarca, que se hicieron rogativas por mucho tiempo para obtener del cielo el beneficio de la lluvia; por otra parte, imponía ver el desierto cubierto con densa niebla por más de tres meses, hasta que el día 17 de septiembre del citado año amaneció con tan horrorosa tempestad de lluvias, relámpagos y truenos, que convertido en un mar, el sitio del Monasterio fue perjudicado de tal manera que se quedó todo rajado".

Estuvo lloviendo (con algunas interrupciones, claro) hasta el 22 de diciembre.  El día 28 se decidió evacuar el monasterio debido a los graves daños que habían producido las lluvias (paredes y bóvedas estaban gravemente perjudicadas), puesto que el problema "no era el asiento de las obras sino falta del propio terreno". Así que hubo que construir un convento nuevo, que de momento no se les ha hundido.

El convento viejo sigue rodeado de vallas metálicas y con la entrada prohibida (aunque hay proyecto de convertirlo en un "jardín de meditación" para todo el que se acerque por allí).

En el vídeo podréis ver el castillo de Montornés, el convento viejo, el nuevo y varias ermitas y "antros". Lo que no sé es si podréis oír la banda sonora, porque creo que alguien reclamó por derechos de autor (era el tema principal de "Marea Roja", de Hans Zimmer, por si la queréis ir tarareando).


Por cierto, metí la pata al escribir el motivo de la destrucción del monasterio. "Errare humanum est".


1 comentario:

  1. Al final era cierto: cuando la semana va de piojos, no merece la pena cambiarse la camisa. El convento estaba gafado.

    (Yo también creía que lo de "desierto" era un desierto al uso, con sus estopas rodando y sus cactus)

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