jueves, 16 de septiembre de 2010

Estoy ligeramente cabreada

En cuanto pagas con algo más grande que cinco euros en un supermercado, te lo pasan por la maquinita a ver si es falso. Pues bien, después de lo que me ha pasado esta tarde, cada vez que me devuelvan una moneda, la voy a mirar bien por todos los lados e incluso la voy a morder. 

¿Que qué me ha pasado esta tarde? Que cuando he ido a coger calderilla de mi monedero para ir a tomar un cafelito con Señorpadre a nuestro bareto preferido (cutre como él solo, pero hacen unos cafés de muerte), le he echado mano a lo que yo creía una moneda de cincuenta céntimos y ha resultado ser esto:


Al natural se ve más dorada, y se parece más a la moneda de cincuenta céntimos. Incluso tiene los bordes rayados.

 
Ya es la tercera vez que me pasa. Hasta la fecha me han colado una moneda peruana en lugar de un euro, y una moneda de veinte céntimos de franco (la antigua moneda de Francia, no el dictador, lo aclaro para evitar confusiones) en lugar de veinte céntimos de euro. Y solo pueden habérmela colado en un súper o en el mercadillo de la verdura. Así que ya sabéis, a partir de ahora, mirad bien las monedas cuando os devuelvan el cambio... ¡Que estamos en crisis y cincuenta céntimos son cincuenta céntimos, leñe!

¿Verdad que sí, cánido aburrido?


PD: Bolita está mudando las plumas. Me paso el día barriendo su plumón de la cocina, y encima ha perdido todas las de la cola. Consejo a quien quiera tener un jilguero: conseguíos también un buen aspirador.

3 comentarios:

  1. Jorl. A mí la paranoia hace que me dé por revisar el cambio para ver si está lo que tiene que estar en cantidad pero no por identidad. :/ Que peligro hay por ahí suelto.

    Eso si, conservo en la cartera una moneda de 2 euros de Grecia con Europa encima del Toro por la sutil referencia a la Zoofilia.

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  2. Pues sí, hay que revisar la identidad además de la cantidad. Como son monedas y no hay tanta paranoia como con los billetes, las cuelan con más facilidad.
    ¡Zeus era una joya! Incesto, adulterio continuado, zoofilia repetida, travestismo... Y luego la fama de pendón se la llevó Afrodita a la que solo se le conocen tres amantes, pobrecilla.

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  3. Pero es que a Afrodita se la suele representar en el momento de adulterio cómico más canónico que se recuerda: el de esconder a Ares debajo de la cama cuando llega Hefestos (pintado magistralmente por Tintoretto).

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