viernes, 19 de agosto de 2011

Pilar

Hay una teoría que dice que todos tenemos un doppelgänger pululando por el mundo. Yo no he llegado a conocer en persona a la mía, pero sé cómo se llama.

Se llama Pilar (Pili para los amigos) y tenía mi número de teléfono.

Me he acordado de ella después de leer esta entrada (iba a dejar un comentario pero me iba a quedar muy pesado).

Me voy a remontar a la Prehistoria. En aquellos remotos tiempos, el teléfono móvil era una especie de ladrillo que llevaban los borjamaris del mundo colgando de la cintura, y los simples mortales teníamos teléfono fijo (de ruedita). Yo acababa de mudarme a la Santísima Capital y tenía un teléfono propio por primera vez en mi vida. Creía que molaba un huevo y parte del otro.

Craso error.

No llevaba mucho tiempo allí cuando comenzaron las llamadas.

- ¿Diga?

- ¿Pili?

- No, no vive aquí.

- ¿Pero no es el *insertar aquí mi número*?

- Sí, pero Pili no vive aquí.

Pero nada, que no lo creían. Cada cierto tiempo volvían a llamar preguntando por Pili, y se repetía la conversación, con la ligera variante de que a veces la señora también preguntaba por Maria Jesús, que debía ser la madre o la hermana de Pilar. Acabé sintiendo remordimientos por las pobres víctimas de Jorge el Verde.

El colofón fue un 12 de octubre, en el que la buena señora llamó tantas veces para felicitar a su amiga que acabé descolgando el teléfono.

Poco tiempo después, Telefónica (entonces era la única empresa en el negocio) tuvo la "genial" idea de ponernos contestador automático a todos sin que lo pidiéramos. Al principio planeaban cobrarlo después de un cierto tiempo, pero las protestas de los consumidores le hicieron desisitir del intento. Bueno, como iba diciendo, Telefónica nos puso contestador automático. Y cada vez que salía de casa, yo me lanzaba emocionada a mi regreso sobre el teléfono a ver si tenía algún mensaje.

Y un día tuve mi primer mensaje:

-Oye, Pili, que ya tenemos las garrafas de aceite que nos pediste, cuando quieras puedes venir a buscarlas.


Naturalmente, en cuanto tuve ocasión me cambié de compañía telefónica. Y de número. Y así fue como perdí de vista oído a Pili para siempre.

Vamos, eso creo...

2 comentarios:

  1. Lo que más me fascina es que te llegara a ti lo de las garrafas: ¿cómo no se le ocurrió a la "buena" señora comentarle a Pili cuando la vio -de alguna manera la pediría el aceite, digo yo- "quién es esa que me coge el teléfono"?
    Claro que igual era mucho pedir a la "buena" señora! ;)

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  2. ¡Misterios de la vida! Igual la señora estaba superconvencida de que yo sí que era Pilar pero le decía que no para tomarle el pelo, y prefirió no decirle nada para que la otra no se burlase...

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