lunes, 8 de agosto de 2011

Más cosas que son EL MAL

Ya hace unos meses que hablé de diez cosas que para mí son EL MAL. Pero una no se queda a gusto si no escribe una segunda parte. Aquí tenéis diez malignidades más:
  • Los coches que aparcan en cualquier parte. Paradas de bus, rampas para minusválidos y gente con carritos, vados... ¡Sois unos cabrones! Y sin pintas.
  • El transporte público. Podría ser una maravilla si solo se molestasen en ser puntuales, aclararse con el aire acondicionado (señores, hay un larguísimo término medio entre no ponerlo y ponerlo en máxima, un poco de sentido común, si me gustase el clima de Groenlandia me iría a vivir allí) y en ponerle una multa dolorosa a las señoras que hablan a gritos. No, doña Maruja, las notas de su nieto no me interesan. ¡Déjeme oír tranquilamente a Helloween, por favor!
  • Los hipocondríacos. Lo sé, vivo con uno. Mira, Señorpadre, si tus terribles dolores pueden esperar a que tu médico "titular" vuelva de sus vacaciones, igual no son tan terribles. ¡Un médico es un médico, leñe!
  • Las ancianitas. Sé que está feo y no es políticamente correcto decirlo, pero parece que a cierta edad las personas, y en especial las mujeres, se consideran liberadas de cumplir con cualquier norma de educación. Te pasan delante en las colas, hablan a gritos (ver punto primero) y te miran con cara de "aparta, bicho despreciable" si te atreves solo a mirarlas mal. Y eso solo para empezar.
  • La burocracia. Lo sé, soy parte de ella. Mi parte ecoloplasta se revuelve cada vez que tengo que imprimir un oficio interno, sabiendo que podría comunicarlo a los interesados mediante un correo con notificación de lectura. Y mi parte más práctica se revuelve cuando un técnico municipal pierde media mañana escribiendo a mano un informe para que yo lo pase a máquina en diez minutos.
  • Y hablando de ecoloplastas... Sí, ellos también son el mal. Todo es malo para la salud y/o el medio ambiente. Todo es culpa tuya, irresponsable consumidor, porque no te da la gana gastarse tres euros en un kilo de tomates pequeñitos, agusanados y que digan lo que digan no tienen mejor sabor que los que yo le compro en el mercadillo al típico abuelito valenciano (lo sé, pasé por esa etapa y los he probado). Si enfermas es culpa tuya por no estar en armonía con la naturaleza y amar a todos sus integrantes, incluidos los virus. Basta de eso, por favor. Bastante tenemos con las culpas que sí que son nuestras para que nos echéis encima la extinción del limosium simplicissimus y su puñetera madre.
  • Las cadenas de correo. Hasta los huitos, hoyga.
  • Algunas recomendaciones de twitter. ¿Tengo cara de querer seguir a Nike, señores? Anda y que os den.
  • Los quejicas que lloriquean porque "son oficialmente pobres" y luego se gastan doscientos euros en unas zapatillas que ningún massai sensato se pondrá en su puñetera vida (¡hola, primadoctora!). Y que a mí personalmente me apestan a magufada.
  • Los zapatos que chirrían. De verdad, queridos, puedo vivir sin saber que pasáis por el pasillo. En serio. ¿No hay ninguna forma de evitar hacer ese ruido infernal?
  • Bola extra: Las moreras. Sí, es muy bonita y da mucha sombra, pero cuando el fruto de la morus nigra cae del árbol y se convierte en una sustancia pegajosa que atrapa las suelas de tus sandalias y te hace caminar a saltitos, te olvidas de la estética y deseas que una plaga de orugas se coma todos los ejemplares de la Calle Carinyena.
Y seguro que próximamente habrá más.

Tened un buen lunes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Dejadme un comentario o se os llevarán los Otros!

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...