lunes, 27 de junio de 2011

"Cosita", el perro adúltero.

Hace más o menos un año, Señorpadre descubrió el lugar ideal para pasear: El Paseo Marítimo del Grao de Burriana. Buena acera, no mucha gente, vistas al mar...

Claro, que en este descubrimiento también influyó el del bar donde sirven uno de los mejores cafés a este lado del Mediterráneo (el bar es cutre como él solo, pero ese café hay que beberlo para creérselo), pero no seamos malpensados.

Bien, era una tranquila tarde de septiembre cuando, andando por el Paseo, vi un bulto extraño que sobresalía de la verja de una villa.

Al acercarnos vi que el "bulto extraño" eran las patas y el morro de un perro labrador. Concretamente, de este bicho:

Y así pasa las tardes.
A pesar de que en la puerta de la villa pone: "Cuidado con el perro", le di unas palmaditas en la cabeza, que él recibió de la forma habitual en su raza, o sea, completa indiferencia.

Pocos días después, cuando volvimos al paseo, a Señorpadre se le ocurrió darle al perro unas galletas caducadas que llevaba en la guantera. Desde entonces, el perro nos ama, nos adora y si pudiera nos compraría un loro. Sobre todo porque darle galletas al perro ya forma parte del paseo. 

Yo solía bromear con la teoría de que seguro que no éramos los únicos que le dábamos galletas al bicho a través de la valla, pero el otro día mi teoría se confirmó de una forma bastante graciosa.

Me acercaba yo a la valla con las galletas en el bolsillo cuando vi venir dos señoras hacia el mismo lugar. Me aparté un poco porque no quería que se enterasen de "lo nuestro", pero entonces las señoras se acercaron al chucho, que enseguida enderezó las orejas y comenzó a mover la cola igual que nos hace a nosotros.

-¡Hola, cosita! -le dijo una.- ¡Te he traído un regalito!

Y el "regalito" consistía en galletas y huesos de chuleta de cordero. Casi me da un ataque de risa, no solo por el detalle de que llamaran "cosita" a un peazobicho de cincuenta kilos, sino porque mis sospechas se habían hecho realidad. En efecto, al menos la mitad de la gente que pasea por ese lugar, se detiene un momento a darle algo a "Cosita" o simplemente a tocarle la cabeza. ¡Nuestro "Cosita" nos pone los cuernos!

El jueves, cuando pasamos a visitarle, nos encontramos con que sus dueños habían regresado. Y encima, le habían atado bien lejos de la valla.

Me temo que "Cosita" el perro adúltero se va a pasar el verano a dieta. Bueno, mejor eso que una letra escarlata.

6 comentarios:

  1. Son adorables pero muy confiados. No sería el primer perro que muere envenenado por gente chunga, sus dueños hacen bien pensando en eso y mal dejando al pobre tanto tiempo solo, son animales sociales.
    "Cosita" es una ricura.

    ResponderEliminar
  2. Es que si yo tuviera que elegir un perro guardián, lo último que tendría sería un labrador. Pero al animal se le ve bien cuidado y alimentado. Lo malo es que parece que se pase el invierno ahí solo, aburriéndose (en la foto no se ve, pero la verja está sucísima en los sitios donde suele apoyar la cabeza).

    ResponderEliminar
  3. Los perros tienen una fama de fieles y noblotes poco merecida: ¡los labradores son igual de cariñosos con todo el mundo!: al menos los gatos se sabe que por aceptar, aceptan la comida de cualquier viandante, pero al menos las miradas de indiferencia gatuna también son para todos por igual.

    ResponderEliminar
  4. Es que con los perros se tiende a la generalización. Cada perro es un individuo diferente, con sus manías y sus defectillos, que dependen más de la educación que le dé su dueño que de las características de su raza o especie. Por ejemplo, se supone que los bretones son excelentes nadadores... y la primera vez que llevé a nadar a mi Quino, Señorpadre tuvo que tirarse al pantano a sacarle del agua. A finales de marzo.

    ResponderEliminar
  5. Me recuerda a ciertos gatos que viven en los setos de debajo de mi casa. Algunos deben estar más gordos que los míos y todo. Si es que vemos un animalico y es imposible no mimarlo.

    La verdad es que un labrador no pega como perro guardián. Y me da penilla que este ahí el pobre aburrido. Al menos podían traerle un amigo. Así fue como empecé yo con dos gatos en vez de uno, y se les vio más contentos. Que luego me desmadrará con el número fue culpa de una gata muy por la labor de parir familia numerosa.

    ResponderEliminar
  6. Que puedo decir yo, que tengo una perra de aguas española hidrofóbica XD

    ResponderEliminar

¡Dejadme un comentario o se os llevarán los Otros!

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...