jueves, 17 de febrero de 2011

Mis lecturas electrónicas

Hace ya veintisiete días que me compré mi cacharrito.

Primera conclusión: pesa. No tanto como llevar mil libros en el bolso, pero no es tan ligero como me gustaría. Debe ser por lo de "robusto".

Segunda conclusión: a la porra mis buenos propósitos de pasar ahí mis apuntes y estudiar como una buena chica. Estoy procastrinando como una cerda (la web de la RAE me dice que esta palabra no existe, no sé si es que no la he escrito bien o que ellos aún no la han admitido). La Constitución languidece en la última página del "Historial de lectura", y mejor no hablamos de la Ley de Contratos del Sector Público.

Tercera conclusión: tengo el "síndrome de la biblioteca", que es mi propia versión del "Síndrome de Stendhal". Supongo que le ocurrirá a más personas. Consiste en esto: entras en la biblioteca, comienzas a pasearte entre las estanterías. Y sigues el siguiente hilo de pensamiento: ¡Oh, cómo me apetece leer este libro! ¡Y este! ¡Y este también! ¡Y este otro! ¡Pero el préstamo es solo por quince días (prorrogable a un mes)! ¡No tendré tiempo de leérmelos todos! A ver los deuvedeses... Mejor paso un ratito en la sección de prensa y me vuelvo a casa.

Sí, es una tontería, pero me pasa. En las librerías no, porque a una librería voy en busca de un libro en concreto, o con un presupuesto.

Bien, pues con el cacharrito me pasa lo mismo. Setecientos libros en el bolsillo. Picoteo aquí, picoteo allá... tengo cuatro páginas de "historial" y solo me he leído cinco. Mañana terminaré el sexto.

Eso sí, tengo que darles la razón a los que dicen que no cansa la vista ni nada. En eso, el cacharrito es genial.

Otra ventaja que tiene es que me obliga a leer "por orden". Yo soy de esas personas que tienen la mala costumbre de "autodestriparse" los libros. Estoy leyendo la página cincuenta, por ejemplo, y no puedo aguantar la tentación de poner el dedo más adelante y abrir por la ciento dos, a ver qué pasa allí. Lo hacía ya de pequeña hasta con los libros de texto. Pero con este aparato no sé cómo hacerlo, así que me aguanto y leo una página detrás de otra. Con un poco de práctica, pronto se me pasará el "mono".

De momento he leído enteros:
  1. La familia Vourdalak (relato), de Alexander Tolstoi (no sé si sería familia de León, o solo es una coincidencia de apellidos): Bien, aunque el final, que pretende ser terrorífico, me dio risa. Supongo que en el Siglo XIX no serían tan "vaquillas toreadas" como yo.
  2. Carrie, de Stephen King: No he leído mucho a King, pero de lo poco que he leído, esta novela me parece la mejor. Copia descaradamente la estructura de "Drácula", esa forma de presentarnos los hechos a través de declaraciones de testigos, artículos de periódico, autobiografías, informes, que deja al lector la decisión de creerse o no lo que está leyendo. Y le funciona igual de bien que a Stoker.
  3. Canciones que cantan los muertos, libro de relatos de George Lannister. Tiene un par muy buenos, los otros, psché. Se deja leer.
  4. Poemas de Catulo: Tengo la impresión de que debería aprender latín para apreciarlos. En castellano me parecen algo sosos. 
  5. Cuentos de Perrault: Me encanta lo bestia que puede llegar a ser este hombre (el "viens te coucher avec moi" que le dice el lobo a Caperucita es inolvidable), y sus versitos de moraleja al final de cada cuento son encantadoramente cínicos. Aunque me gusta más la versión Grimm de "Cenicienta" (nada puede superar a esos dedos y talones cortados).
Termino mañana: 
  1. 84 Charing Cross Road. Tiene gracia leer esta novela en un libro electrónico, porque trata de la amistad entre una escritora norteamericana coleccionista de libros antiguos y los empleados de la librería inglesa que se los suministra. Está escrita a base de cartas y es muy bonita. No pasa nada, pero "no pasa" muy bien. Existe adaptación al cine, protagonizada por Anthony Hopkins haciendo de buena persona para variar (la vi por Canal 9 una tarde, igual fue una película para televisión, pero como adaptación del libro es muy buena, a quien le guste el libro, le gustará también la película).

Empezados (no todos, que tampoco quiero eternizar esta entrada):
  1. Miguel Strogoff: Le tengo un especial cariño a este libro porque gracias a él aprobé un examen de geografía. Una profesora especialmente gilipollas nos hizo aprender todos los ríos de Europa de Norte a Sur,  la ruta del Transiberiano y situar en el mapa todos los Estados de Estados Unidos para vengarse de que la habíamos dejado en ridículo delante de uno de esos míticos seres, un "inspector" (vale, reconozco que cuando señaló un río y uno de mis compañeros dijo "¡El Vesubio!" era para enfadarse, pero no tanto). Pero cuando comencé a estudiarme las estaciones del Transiberiano, me di cuenta de que gracias a Misha y al señor Verne ya me sabía la mitad. Como novela, pues es la típica de Verne: el argumento es una mera excusa para darnos lecciones de algo, en este caso de geografía siberiana. Ahora, me ha llamado la atención algo en lo que no reparé la primera vez que lo leí (tal vez porque a los diez años una no se da cuenta de esas cosas): el capitán del Cuerpo de Correos del Zar tiene como unos treinta años, Nadia, entre dieciséis y diecisiete. ¡Nuestro héroe es un asaltacunas!
  2. Cómo ligar con una estrella de cine: Tenía la esperanza de que el título fuera en serio y la estrella fuera George. O Sean. Incluso me habría conformado con Brad (no soy una chica exigente). Pero es una novela tipo "chick-lit", de las de heroína dulce y maravillosa con jefa bruja y novio singermornings. ¡Puaj!
  3. Juego de Tronos (lo sé, no tengo remedio). A ver si puedo terminarlo antes de abril para poder ponerme en plan friki-tiquismiquis: "¡Se han saltado un párrafo de la página 50 en el capítulo primero!" "¡Esa frase no es de ese personaje!" (risa malvada y fundido en negro).
  4. Cuentos fantásticos del S. XIX: Espero que los cuentos sean buenos, porque el prólogo es un peñazo.
  5. Antología de relatos malignos y macabros: Ídem.
  6. El corazón de las tinieblas: Ya sé que es bueno, que lo he leído muchas veces en  papel. Pero no me pilló de humor.

Y hasta aquí, de momento, mi experiencia con el trastito. De momento, me encanta. Ya seguiré hablando de mis lecturas.

5 comentarios:

  1. Tus dos primeras conclusiones las sigo al pie de la letra (bueno, la segunda a medias, porque me esfuerzo pero aún así...). La tercera, lo de acaparar, no tanto, porque sé cómo va esto. Eso si, he aprendido a manejar las opciones básicas de Calibre y ahora puedo quitarle el DRM a libros adquiridos legalmente para poder pasarlos al Kindle.

    Por cierto, los Cañones de Agosto de Barbara Tuchman es un peazo libro.

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  2. Bueno, yo sigo pensando en comprarme un cacharrito, con la excusa de "Y con él podré estudiar la Constitución, y los apuntes de Contabilidad, y las actualizaciones y..", cuando todos sabemos que va a servir para guardar antologías de Valdemar y algún manual de rol en blanco y negro. Por curiosidad, ¿Los cuentos de Perrault los lees en francés?

    Lo de la profesora obligando a estudiarse los ríos de Europa no me parece tan raro, en su momento entraban en el plan de educación de la EGB. Ahora, lo de aprenderse las estaciones del Transiberiano..¡Venganza Geek!

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  3. Illuminatus: Quinientos libros ya venían preinstalados, así que tampoco he acaparado tanto. Apuntada la recomendación. A ver si un día de estos me acuerdo de mandarte el correo para aclararme un poco más con el Calibre...

    Renaissance: la versión electrónica la tengo en español, pero en una feria del libro antiguo me compré una edición de bolsillo en francés. Caperucita lo leímos en clase en COU, y todos alucinamos en colores con la frase del lobo. ¡Vaya con la inocencia de los cuentos infantiles!

    Pues en mi colegio, en EGB solo nos enseñaron los ríos de España, supongo que debieron pensar que si queríamos aprendernos los del resto de Europa ya cogeríamos el Atlas. Y respecto a los Estados... bueno, que no me digan que la afición al cine no sirve para nada.

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  4. Jo, Miguel Strogoff. Ye diré que fue el primer libro de Verne que leí. Qué tierno.

    ¿Aprender latín para leer a Catulo? Jajajaja. Esa me ha molado.

    Yo a ver si ahorro y me pillo un "caharrito"...

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  5. Yo aún digo más: fue el único libro de Verne que me gustó. Es que esas dos páginas de ecuaciones de "De la Tierra a la Luna" me traumatizaron mucho, y las tres páginas de enumeraciones de especies de peces en "Veinte mil leguas de viaje submarino" me temo que solo le pueden gustar a Copépodo...

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