martes, 6 de julio de 2010

¡El Apocrilipsis va a llegar!

Iba a escribir un comentario en esta entrada , pero al final he pensado que prefiero compartir la historia con mis cuatro fieles lectores. Bien, ¿ya habéis leído la entrada de Siesp? Pues, como dijo el descubridor del peróxido de benzoilo, vamos al grano.
Hace un par de años, durante siete estresantes pero apasionantes meses, trabajé para el Ministerio del Interior. Y vosotros os preguntaréis: ¿antiterrorismo, tráfico, brigada de estupefacientes?... No, más fuerte aún... *Sonido de "cobaya dramática"*
¡¡La oficina del DNI!!
Y no solo eso. Encima me pilló el cambio del DNI antiguo ("Tome su resguardo y vuelva en cuarenta días, caballero" "¿Y no puede ser antes?" "Es que viene de Madrid, nosotros no podemos hacer nada") al electrónico ("Y ahora nos esperaremos diez minutos hasta que sus datos se copien en el chip" "¿Y para esto he hecho yo seis horas de cola?" "Bueno, usted saldrá de aquí con el carnet en el bolsillo y no necesitará volver hasta que le toque renovarlo" "Antes eráis más rápidos" *suspiro*).
Como muchos recordaréis, con el carnet "analógico" se recogía una huella dactilar por el muy policial método de pringar el dedo con un tampón de tinta y rodarlo lentamente (sin presionar, aunque la mayoría de los ciudadanos apretaban como si les fuera la vida en ello) sobre la ficha que luego se enviaba a la central. Con el carnet electrónico, el método cambió. Ahora, el interesado rueda lentamente el dedo sobre un pequeño panel de cristal, en el que un rayo láser va recogiendo y digitalizando su huella.
Y aquí viene muchas veces el problema. Porque las personas mayores, sobre todo las mujeres (por el contacto con productos de limpieza) y los hombres que se han dedicado a algún tipo de trabajo manual, tienen la piel de las manos muy seca, y el láser tiene problemas para leer sus huellas. Para evitar esto, en las mesas de todos los funcionarios del DNI hay un tubito de crema que, aplicado en las manos, soluciona el asunto.
El problema en este caso es que esta crema es muy difícil de dosificar, y es posible que la huella se digitalice en forma de gurruño. Por eso, primero se suele recurrir al siguiente truco: se pide al señor o señora en cuestión que se frote el dedo en la frente, en donde siempre hay una ligera grasilla que te mancha el dedo lo suficiente como para que lo lea un rayo láser tiquismiquis.
Puestos en antecedentes, ya podéis entender mejor la anécdota.
Al darle al botoncito de "siguiente", apareció por la entrada un señor de cincuenta y tantos años, delgado, con entradas, bigotillo y nariz tirando a larguirucha. Comenzamos los trámites: carnet anterior, foto, preguntar si ha cambiado de domicilio, comprobar en la pantalla si sus datos son correctos, pegar la foto en el cartoncito para el escáner, escanearla, maldecir al escáner, volver a escanearla, "por favor, ponga el dedo sobre el cristalito y gírelo despacito".
Mientras, tanto, la impresora ya estaba grabando en la tarjeta los datos y demás del señor. Así que le pedí que se frotara la frente con el dedo. Vi que ponía cara de susto, pero no le di mucha importancia porque en aquel momento estaba saliendo la tarjeta de la impresora y tenía que ir a recogerla.
Cuando volví, el hombre seguía con cara de susto.
-¿Por qué me ha dicho lo de la frente? -Le hice toda la explicación de las manos secas y la grasita de la frente que habéis leído hace tres párrafos. El hombre puso cara de alivio.- ¡Menos mal! Creía que era para ver si tenía la Marca de la Bestia.
Y aquí comenzó a citarme el Apocalipsis, biblia en mano, y a hablar del pecado y del infierno.
A lo que yo contesté, con mi mejor carita de buena niña educada en colegio de monjas:
-Bueno, la ventaja de ser católico es que a nosotros dios siempre nos perdona.
Claro que el hombre no tenía forma de saber que no me confieso desde que pasé el rito iniciát... digo, desde que tomé la primera comunión (es por motivos humanitarios, no quiero matar de aburrimiento a ningún cura) y que solo voy a misa cuando mis buenos modales no me permiten escaquearme (bodas, bautizos, comuniones y entierros). Y que, como a todos los españoles que nacieron antes de 1978, mi religión me cayó encima junto con la nacionalidad.
-Pero si mueres sin confesarte...
-La extremaunción se puede dar hasta después de muerto.
Esto tampoco es exactamente correcto. La unción de enfermos, que es como se llama ahora, se puede administrar en el supuesto de que haya duda sobre si el enfermo vive o no, “bajo condición”, anteponiendo las palabras “Si vives" (gracias, wikipedia). Pero tampoco iba a decirle eso a un testigo de jehová, adventista del séptimo día o lo que fuera aquel señor.
Desgraciadamente, porque me estaba divirtiendo mucho, el chip terminó de cargarse, tuve que entregar la tarjeta y el sobrecito con la contraseña de la firma electrónica, soltarle el discursito de lo útil que le va a ser la susodicha firma para su vida cotidiana (discursito al que la mayoría de las personas me contestaban con "¿me lo traduces al español, por favor?").
Me dio la mano, me dijo "dios te bendiga" y se marchó con su biblia, su nuevo DNI válido por diez años y aliviado por haberse salvado de momento del Apocrilipsis.
Solo espero que no se muera mientras duerme, que yo ya tengo reservado mi rinconcito en el infierno al lado de Dean *disimulando con carita de inocente* .

Post-data que tiene poco que ver: al entrar en "escritorio" he visto que tenía un comentario por editar, pero cuando he clickado en él para verlo, ha desaparecido. ¿He hecho algo mal o Blogger tiene un mal día?

3 comentarios:

  1. Algo me dice que yo lo habría pasado horriblemente mal en esa situación, con lo que me cuesta a mí aguantarme la risa.
    Porque vamos, está visto que en estos casos los años de entrenamiento no sirven para nada... Yo tenía un compañero de clase que era de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días (he tenido que mirar el nombre en google y todo, que en español no me lo sabía xD), amos, mormón, y era un show cada vez que se escandalizaba por cualquier cosa. O que intentaba convertir a alguien.

    PD: Y lo de las huellas también me hace gracia. Conmigo siempre se lo pasan pipa, porque tengo las yemas de los dedos medio quemadas y hay algunos sitios donde apenas se me notan las huellas.

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  2. Tenías que haberle dicho: no se preocupe, sé que no tiene la marca de la bestia. Los hijos de satán nos olemos entre nosotros.

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  3. Pues mira, Mina, la verdad es que no sé cómo conseguí no reírme. Un día, cuando tenía guardia en el registro de entrada, vino un señor que debía estar mal de la cabeza a contarme una historia tan estrambótica (en la que estaba implicada una fallera que se escapó con un rumano el día de su boda) que no pude resistir más y acabé riéndome. Menos mal que él también acabó riéndose, porque ya me da bastante mala espina la posibilidad de acabar "amortizada"...
    Jezabel: Es que para esta gente, de católico a hijo de Mark Pellegrino... digo, de satán, tampoco va tanta diferencia. Lo que no podría soportar yo es toda esa tensión de tener que arrepentirme de mis presuntos pecados antes de acostarme por si llega el juicio final mientras duermo. ¡Qué muermo, por Om!

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