martes, 31 de enero de 2012

Historia alternativa (minicuento).

Mucho tiempo después de que el mensajero de Delfos se marchase, el rey y su reina seguían sentados en el trono, pensativos.

-¿Qué vamos a hacer? -dijo al fin la reina.

-Nada.

-¿Cómo que nada? ¿No lo has leído? El oráculo dice que nuestro hijo está destinado a matarte y a casarse conmigo. ¿Y tú dices que no vamos a hacer nada?

-Acrisio de Argos hizo algo. Pelias de Yolco hizo algo. ¡Incluso Cronos hizo algo! ¿Y evitaron que se cumplieran las profecías? He aprendido que la mejor forma de evitar que se cumpla una profecía es no intentar evitarlo. Criaremos al niño como se merece nuestro heredero, y si cuando sea mayor le pillo mirándote con ojos golositos, le corto el cuello.

Y así fue como Layo de Tebas se cargó a la vez media tradición teatral europea, todo el cuerpo doctrinal del psicoanálisis freudiano (dejando de paso sin trabajo a cientos de miles de argentinos inocentes) y el noventa por cien del argumento de las películas de Woody Allen.

Los lectores decidirán si hay que agradecérselo. Esta humilde trovadora se calla discretamente.

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