miércoles, 6 de febrero de 2013

Columbraria

A treinta millas de la costa de Castellón, en medio del Mediterráneo, están las Islas Columbretes.



Hace tropecientos millones de años, allá por el Mioceno Inferior, surgieron unos volcanes en el mar. El fuerte oleaje provocado por el viento de levante, aliado con el paso del tiempo, erosionó la cumbre hasta que se derrumbó y la isla quedó convertida en una ensenada, que millones de años después sería un excelente refugio para piratas, contrabandistas y demás gente de mal vivir.


A mediados del Siglo XIX, el Gobierno hizo construir un faro en la Illa Grossa, y allí se instalaron permanentemente, hasta que en 1975 se automatizó el mecanismo, cientos de sucesivos fareros con sus familias.

La vida era dura en la isla. Sus principales habitantes eran las simpáticas lagartijas de Les Columbretes y los no tan simpáticos escorpiones de Les Columbretes. A algún farero se le ocurrió liberar conejos para tener algo de carne, pero el invento no fue demasiado bien, como demuestra el hecho de que los fareros no tardaron en construirse un cementerio al otro extremo de la Illa Grossa.

¡Hola, soy una especie endémica!
La principal fuente de suministro de alimentos y agua de la isla era un barco que salía periódicamente del puerto de Castellón, si el temporal de levante o cualquier otra incidencia no lo impedían.

Y ocurrió una vez que un temporal de levante arrojó un barco contra las rocas de la Illa Grossa. El farero y su familia rescataron a los náufragos y los alojaron en el faro hasta que llegase el barco de suministros y les llevara a tierra.

Pero el temporal de levante no cesaba. Y el barco no llegaba. Y la comida se acababa.

Y la gente comenzaba a tener hambre.

Y el barco sin llegar.

Hasta que los náufragos comenzaron a imaginarse a la hija del farero tendida en una bandeja con una manzana en la boca...

¡Tía buena!
Al farero y familia les vino justito refugiarse en la torre mientras sus hambrientos y desagradecidos huéspedes  trataban de echar la puerta abajo con intenciones gastronómicas...

Y en aquel momento, se vio en la distancia la blanca vela del barco de suministros, que le había echado valor y se había hecho a la mar para cumplir su misión.

Puede que esto sea una leyenda, pero yo lo vi contado como historia real. No recuerdo cómo acabaron los aspirantes a caníbales, espero que les metieran en la bodega del barco y terminasen en una mazmorra por "cabritos".

Más información sobre las islas, en la web de los Parques Naturales de la Comunitat Valenciana.

2 comentarios:

  1. Moraleja, no hay que rescatar naúfragos si no hay conque alimentarlos

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    Respuestas
    1. O asegurarte de que sean vegetarianos y les guste la ensalada de mastuerzo marítimo XDD.

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