O tonterías que se leen a la hora del almuerzo cuando el Mediterráneo está ocupado (click para ampliar, espero que se lea bien):
La última frase me ha dejado muerta. La reescribo por si alguien no la ve bien: Muchas terapeutas buscan sus propias piedras en ríos, lagos y bosques, seleccionando aquellas con las que se identifican y pueden establecer una conexión personal. "Shitt yo, little parrott". No puedo evitar imaginarme a la intrépida terapeuta con su sombrero, su látigo y su revólver buscando piedras en el cauce de un río. A ver, bonita, deja que conectemos personalmente...
No niego que el tratamiento sea relajante, después de todo es un masaje, pero ¿esta gente sabe lo que es la histamina? ¿Que quieren, ir por ahí provocándole reacciones alérgicas a la gente? (eso suponiendo que fuera cierto, claro).
No he podido evitar recordar aquella entusiasta frase que oí en una "papelería ecológica" mientras buscaba papel reciclado bonito para escribir cartas:
-¿Por qué un trozo de hormigón no nos dice nada y en cambio un diamante nos parece bonito? ¡Porque las piedras están vivas!
Lo cual me hace plantearme, así en plan malvado: ¿Si las piedras están vivas, utilizarlas para hacer masaje no es crueldad con un ser vivo? ¿Os imagináis la que montarían los ecologistas si a alguien se le ocurriera utilizar animalitos para dar masajes?
Ummm... Me parece que debería dejar de leer mientras almuerzo.
Hm...Cuando los gatos empiezan a mover las patas encima de la manta que estamos usando, para acomodarse mejor, ¿se considera masaje? Porque si es así, hemos encontrado un filón económico en lo que probablemente sean los bichos más vagos y autistas del planeta.
ResponderEliminarYo no lo descartaría. Entre el masaje gatuno y la estufa perruna (los dos grados de diferencia entre su temperatura corporal y la nuestra se notan), se podría hacer un buen negocio.
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