miércoles, 29 de enero de 2014

Pues aquí hablando de libros.

Os echo de menos, amiguitos. Os rescataré en cuanto tenga dónde poneros, lo prometo...

*Pausa para sonarme y limpiarme los lagrimones*

Desde que estoy en mi nuevo domicilio apenas he leído. Ni siquiera llevándome el cacharrito electrónico. Entre búsquedas de muebles, reparaciones y demás cosas, estoy tan agotada que cuando tengo un rato libre lo dedico a roncar como una cerda meditar en el sillón. Pero que no haya leído nada últimamente, no significa que no tenga ganas de hablar de "esos trastos con lomo".

Mi abuelo era maestro, y como ya sabía la clase de friki que le había tocado por nieta, cuando terminaba los cursos me daba sus libros "de lectura" que enseñaban en su escuela. Siempre me llamó la atención que los libros de escuela pública fueran más "fachas" que los de mi colegio de monjas. Spain is different, dicen... Pero dejemos eso a un lado.

No sé si los jovencitos de ahora estaréis familiarizados con el concepto "libro de lectura" . En mi colegio teníamos este (creo que este ejemplar está igual de "bien conservado" que el mío):


Hace casi cuarenta años que leí este libro y no he olvidado cómo empieza: "Había una vez un pedazo de cartón que quería ser cometa". El deseo de ser cometa del pedazo de cartón le lleva a acabar en manos de "un niño rubio que llevaba una camisa a rallas blancas y azules" y que precisamente estaba buscando un pedazo de cartón para hacerse una cometa, y luego se sucedían las aventuras, intercaladas con pedazos de obras literarias (poemas, fragmentos de novela y de obras de teatro) presuntamente adecuadas a nuestra edad, hasta terminar con la aparición de Mina, la niña marciana, que bajaba a la Tierra solo para conocer a una niña que se llamaba igual que ella, y que acababa volviendo a su planeta con un perro vagabundo regalado por la pandilla protagonista.



Aquí tenéis más, por si queréis cotillearlos.

Bueno, pero estábamos hablando de los de mi abuelo. Estos no tenían historieta que te llevase de fragmento en fragmento, solo los trocitos de novelas, poemas y obras de teatro, con preguntas al final para ver si los habías entendido. Y allí descubrí algo que me interesó mucho.

Como todos los niños españoles, conocía la existencia de cierto libro llamado "Don Quijote", que era la cumbre de nuestra literatura y blablabla... Y como todos los niños españoles solo conocía un fragmento del libro:
La ventura va guiando nuestros pasos mejor de lo que alcanzáramos a desear, amigo Sancho...
Y he aquí que en aquel libro de mi abuelo, la cosa continuaba después del trastazo que le daba el molino al heroico caballero andante, en forma de una divertidísima conversación entre los dos pringadetes personajes. Y con las preguntas del final, el autor del libro de lectura nos recomendaba hacernos con un ejemplar del libro y leer un capítulo cada día.

Así que me lo pedí para Navidad.

-Hija, ¿seguro que no quieres el libro de Marco? ¿Otro libro de Los Cinco! ¡Estos les gustan a las niñas de tu edad!

-¡Son muy aburridos! ¡Se pasan el libro comiendo!

Por cierto, antes de eso ya había caído en mis manos esta maravilla:


Decidme si se pueden comparar las merendolas de cuatro niños chungos que nunca crecen con esto:


Visto que la cosa no tenía remedio, acabaron comprándome un pack: "Las mil un una noches", versión de Antoine Galland (por cierto, años después cuando dije en clase de literatura de segundo de BUP que lo había leído, el profesor alucinó en colores, hasta varios años más tarde, cuando cayó la versión completa en mis manos, no entendí por qué), y "El Quijote", con ilustraciones a todo color fuera del texto, en varias hojitas a mitad del volumen, copias de los famosos grabados de Doré distribuidos por el texto, y lleno de notas en las que te explicaban los chistes.

Lo sé, lo sé, ese libro "es un rollo" y si eres español queda muy guay y muy "de políticamente incorrecto" decir que "no es para tanto", pero yo a los doce años no tenía demasiadas ganas de ser guay, y lo disfruté como la enana que era. Como unas diez veces seguidas. Sí, puede que haya situaciones, como tanta referencia a la "honra", que queden anacrónicas hoy en día, y dada la deficiente formación histórica en este santo país, no creo que haya mucha gente que entienda ciertos episodios de la segunda parte (el barco pirata en la playa de Barcelona, por ejemplo), pero así a lo tonto, ese veterano de guerra presuntamente corrupto nos cuela cosas que ahora nos parecen supermodernos y super-lo-más, como el punto de vista (molinos, ovejas...), el narrador poco fiable (la cueva de Montesinos) y la metaliteratura (toda la segunda parte, y la historia de cómo  se encontró el manuscrito en la primera). Que gente que es capaz de tragarse las interminables descripciones de paisajes de Tolkien o los eternos banquetes de Martin se queje de que "El Quijote" es aburrido escapa completamente a mi entendimiento.

En fin, para gustos colores. Yo solo tenía ganas de pasar un poco "el mono"...

PD no relacionada: Hace como diez días contraté por fin la conexión a internet para el apartamento con una compañía. Esta semana, no paro de recibir llamadas de esa misma compañía ofreciéndome con un entusiasmo digno de mejor causa lo mismo que ya he contratado. Menudo despiste llevan.

3 comentarios:

  1. ¡Yo también leí el Quijote de pequeña, en una versión bastante buena, por cierto! Y lo que me entretuve con eso, no tiene nombre...
    Con lo cual quiero decir que hay bastante de "pose intelectualoide" cuando alguien dice que tal o cual clásico le resulta "aburrido"... lo mismo cuando hablan, por ejemplo, de lo difícil de entender que es la poesía de Borges... a lo mejor soy muy rara, pero para mí lo difícil es entender a los críticos y analistas de Borges, no a Jorge Luis...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Huy, Borges! De eso tengo una anécdota. Un día mi prima estaba leyendo uno de esos libritos de bolsillo de Alianza que se rompen la segunda vez que los abres (si no fuera por eso, tendría más de ellos, que tienen un catálogo buenísimo). Le pregunto si estaba leyendo y me lo enseña: "Borges, ¿lo has leído?" Yo le digo que sí, y me pregunta: "¿Y lo entiendes?" Ahí me quedé flipando, porque en mi opinión, no hay nada que "entender", ¡es literatura, por favor, no el teorema de Pitágoras! Luego llegué a la conclusión de que mi prima estaba alucinando en colores porque nadie le había advertido que Borges, aunque no hablara de elfos ni dragones, ni de chicas que salen volando mientras tienden la ropa, ni ambientara sus relatos en países inventados, escribía fantasía. Si no sabes eso de antemano, es normal que te encuentres con "El Aleph" y te preguntes de qué demonios va eso.

      Y en cuanto a lo difíciles de entender que son los clásicos, yo entiendo que "El conde Lucanor" sea "durillo", pero el castellano de Cervantes o de Lope son fáciles de entender ahora mismo (a pesar de la ortografía un tanto errática de aquellos tiempos). Y en cuanto a la moral de entonces, para entenderla solo hay que sentarse a charlar un ratito con cualquier abuelita.

      Eliminar
    2. Nunca lo había pensado desde ese punto de vista, al tema de Borges... claro, a veces es imprescindible tener un contexto más amplio acerca del género desde el cual escribe un determinado autor...
      Uh, los bemoles del castellano antiguo... durante varios años trabajé en un grupo de investigación especializado en historia medieval hispánica, y las primeras fuentes que leí me resultaron bastante raras, pero es todo cuestión de acostumbrarse... al final no es tan complejo...

      Eliminar

¡Dejadme un comentario o se os llevarán los Otros!

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...