sábado, 25 de agosto de 2012

Catastróficas desdichas.

Debería haber sabido que este piso me iba a traer problemas cuando empecé la mudanza.

Cualquier otra persona habría contratado una empresa de mudanzas, o habría alquilado una camioneta para llevar los muebles, pero Señorpadre no es esa persona. Señorpadre y yo metimos una librería de tres cuerpos, dos sillones de relax, un lavavajillas, una mesa camilla, cuatro sillas, toda nuestra ropa, mis libros y cedés, el equipo de música y la tele en un Renault 21 y las trasladamos a nuestro piso actual nosotros mismos con nuestros mecanismos, que se suele decir. 

Naturalmente, no en el mismo viaje. Ni una campeona de tetris como yo es capaz de semejante hazaña. Pero seguro que más de uno de los que se cruzaron con nosotros en la carretera nos tomó por emigrantes que venían de Alemania a pasar las vacaciones con la familia.

El caso es que mientras Señorpadre trataba de sujetar con unas gomas elásticas mi sillón de relax, la goma se soltó, su mano salió disparada y el dorso de la susodicha mano impactó contra el hueso de mi nariz, con dolorosos resultados.

En el mismo día o al siguiente, no acabo de recordarlo bien, mi cabeza impactó contra el tendedero de la galería, rebotó y me di con el pómulo contra la jofaina. Con resultados aún más dolorosos. Fui por ahí unos cuantos días pareciendo un anuncio contra los malos tratos.

Luego, llegaron los descubrimientos sobre la incompetencia arquitectónica de los que habían construido el piso. Resulta que nuestras aguas residuales no desaguan en el alcantarillado sino en una pequeña acequia subterránea que pasa por delante. Y cada vez que llovía (breve información para los no iniciados: el "maravilloso" clima mediterráneo consiste en que no llueve en 363 días, y en los otros dos cae toda el agua que debería haber caído el resto del año), el agua entraba en nuestro garage. Y todo eso lo descubrí porque me tocó ser presidenta de la Comunidad de Propietarios a las pocas semanas de llegar. Y tuve que demandar a nuestro Excelentísimo Ayuntamiento, ahí es nada....

Cuando comenzamos a hacer reformas, descubrimos entre otras cosas que la instalación eléctrica es una mierda. No sé si algún inspector se molestó en comprobar la seguridad, pero si lo hizo, debía ser muy cegato para no darse cuenta de que los cables estaban pegados a los ladrillos a paletadas de yeso. ¿Tubos de plástico para meter los cables dentro? ¡Calla, calla, que eso es de derrochadores! ¿Qué eres, un hombre o un ratón?.

El fregadero se atasca periódicamente. Ya tengo asumido que aproximadamente una vez cada mes y medio voy a pasarme la mañana del domingo hurgando en la cañería. Señorpadre se queja de ruidos extraños en el tejado por la noche, y es cierto. La noche que pasé aquí sola cuando él estuvo en el hospital, me enteré con todo detalle de lo que hacían los vecinos (por suerte para mi salud mental, aquella noche no debía tocarles sexo, pero cada vez que uno de los dos se levantó para ir a la nevera a por agua, oí hasta cómo caía el líquido en el vaso).

La persiana de mi habitación se subió una vez y se ha negado a volver a bajarse. Tengo que ponerme el pijama en el baño para que mi vecino el cultivador de maría no se alegre la vista más de lo debido (y sí, he avisado al carpintero, pero esta es otra de las cosas de Señorpadre, tiene que ser "su" carpintero, y el hombre está en paradero desconocido desde hace meses, y luego los vagos somos los funcionarios...) Y mi wifi funciona como el culo. Por no hablar de mi ratón, que pasa olímpicamente de mi dedo, a pesar de lo mucho que le limpio la condenada bola.

Pero lo de esta mañana ha sido la gota que ha colmado el vaso. Me he levantado, he metido el vaso de leche en el microondas (el segundo, por cierto, el anterior también murió en este infausto edificio, así como el lavavajillas), le he limpiado los ojos y puesto la medicación a Señorpadre, he desayunado, y luego me he dispuesto a fregar los platos de la cena.

Así que he comenzado a vaciar el escurreplatos, he abierto el armario donde guardo las sartenes...

Y he oído un ¡Raaaas!, y el susodicho armario se ha precipitado sobre mi nariz con gran estrépito de menaje de cocina por el suelo y gran dolor mío.

He ido al mercado con una tirita en la nariz, que todos se han quedado mirando, tal vez preguntándose si será alguna terapia alternativa. Este es el aspecto de la susodicha napia esta mañana:



Ahora el arañazo está aún más rojo, parezco Tyrion en el 2x10 de Juego de Tronos...

Me estoy planteando llamar a los Winchester para que lidien ellos con mi cocina. Pero me temo que esto no lo arregla ni Buffy.

3 comentarios:

  1. ¡Noo, pobrecita! Es que imponerte el trabajo de mudarte sola (bueno con tu Señorpadre, pero como has sido la más averiada)es pura soberbia Lannister, esperemos que lo de la nariz de Tyrion desaparezca en unos días. Aconsejo la visita de un cura o una curandera que obligue a muebles y artefactos a portarse como deben.

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  2. Eso no es un piso, ¡es una venganza!
    En realidad estas cosas son habituales, por desgracia, y siempre hay carpiteros que no aparecen, pisos diseñados por el mismo Escher y rematados por Pepe Gotera y Otilio...pero no, lo de un armario que intente atacarte directamente sí es nuevo.

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  3. Ayer por la noche descubrí que la costra que se ha formado en la herida tiene la forma del símbolo matemático de la integral. ¡Soy la nueva Harry Potter! XDD

    Pero si las cosas siguen así en ese desastre de cocina que tengo, voy a pedirle prestada la escopeta a mi tío, la llenaré de sal maldon y me liaré a tiros con todo el mobiliario. Se va a enterar ese maldito poltergeist...

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