viernes, 14 de marzo de 2014

GRANDES soluciones para pequeños problemas

La vida cotidiana está llena de pequeños problemas. Molestias insignificantes que, como el dolor menstrual, no son mortales pero no hay por qué aguantarlas. Aquí va una pequeña lista:

El café de después de comer. Había dejado de tomarlo por pereza. Más que nada porque tenía una cafetera de acero inoxidable de tres tazas y no me gusta el recalentado. Encima, yo lo tomo normal, y Señorpadre descafeinado. La situación se agravó con la mudanza, pues mi nueva cafetera, aunque tiene la ventaja de ser de aluminio (¡hurra!), era de SEIS tazas. Un día de café bueno y cinco de recalentado era más de lo que mi sibaritismo podía soportar.

Gran solución: he acabado comprándome una cafetera de UNA taza. Un normal para mi y un descafeinado para Señorpadre después de la comida del mediodía le han devuelto la alegría a mi sobremesa.
El mejor invento italiano después de los espaguetis.

La lectura. Entre el trabajo, el chucho, la mudanza y las compras a ella anejas, y que no me siento cómoda leyendo con Señorpadre al lado, me estaba reconcomiendo el no poder leer. La solución ha sido volver a la infancia. Me he comprado una mini-lamparita de lectura:
Y ahora leo en la cama. Ayer por fin, después de casi cuatro meses pude terminar "Los nombres muertos". Al final ha conseguido ser "entretenidillo", sin más. Y nunca le perdonaré lo que le hace a Tolkien. Ahora tengo esperándome el tercero de Códex Alera y el noveno de Bernie Gunther. ¡La vida puede ser maravillosa!

Hago un inciso para que veáis hasta qué punto es difícil ser legal en este asunto de los libros electrónicos. Recuperar la contraseña de mi cuenta en la web de la librería fue fácil. Lo malo es que no recordaba que para descargar y leer los libros recién comprados había que utilizar el Adobe Digital Editions de los cojones. Descargado e instalado el programa, procedí a intentar autorizar mi portátil.

La madre que lo matriculó.

Hasta tres direcciones de correo electrónico me rechazó. Una porque "ya existía otro aparato autorizado con esa cuenta". Por más que le daba a "¡Ya lo sé, tonto del culo, no me acuerdo de mi contraseña!" no había manera de recuperarla. Y luego, me rechazó dos nuevas, una tras otra, por "no existir esa cuenta". Al final, he dejado el portátil sin autorizar, que he descubierto que igual se ven los libros.

Y luego estaba el otro pequeño problema de quitarle el DRM a los libros recién comprados para poder leerlos en mi lector electrónico. Bueno, eso te lo hace Calibre, que Om y sus sagrados cuernos le bendigan (para más información, buscar en google como se "despiojan" los libros).

Lo que toca mucho las narices es que a una persona que quiere comprar le toque hacer tanta faena, cuando si no quisiera pagar lo tendría facilísimo en Ciertas Páginas que No deben ser Nombradas en Voz Alta. Darle a "descargar" y au.

La tarifa de datos del teléfono móvil.

Resulta que la muy cabrona se me evaporaba en dos días a poco que me conectara al twitter. Era muy molesto, porque se ponía a "velocidad tortuga reumática" y no había forma de ver ni una foto ni nada. No me explicaba cómo desaparecía, incluso sin utilizar el teléfono. Pues resulta que manipulando el teléfono descubrí que existe un botoncito que permite desactivarla. Y que también se puede desactivar algo llamado "datos en segundo plano". Seguro que vosotros ya lo sabíais, pero yo no. Y me ha dado una alegría. Ahora la velocidad de mi conexión de datos dura todo el mes.

Y, por fin, para no cansaros mucho que es viernes, otro pequeño pero fastidioso problema: La caca de Keko. Lo he dejado hasta el final para que dejéis de leer si os da asquito.

Básicamente, el problema es que para recogerla utilizaba bolsas viejas de supermercado. Pero las bolsas viejas se acaban, y ahora a los supermercados les ha dado por ponerse peseteros ecologistas (o sea, cobran las bolsas, aunque siguen vendiendo productos envueltos en varios plásticos metidos en bandejas de polipropileno, que no son precisamente el material más ecológico del mundo) y no compensa llevarte una bolsa si no la necesitas de verdad. Los pañuelos de papel a veces se quedan pequeños, y no cierran herméticamente el "regalito", lo que puede hacer que las papeleras apesten (¿qué hacéis aún aquí?). En teoría, existen unas papeleras especiales para echar la caca del perro, donde se pueden conseguir bolsitas de plástico para que puedas recogerla. Pero las bolsitas, o se han gastado y no se han repuesto, o han sido hurtadas o simplemente nunca han estado allí, así que no se puede contar con ellas.

¿Cómo ser entonces un buen ciudadano cuando la cosa está tan difícil? En las tiendas de chinos tienen la solución: tres rollos de mini-bolsas de basura a un euro. Pueden llevarse en el bolsillo, te cabe toda la mano y puede cerrarse para echarla en la primera papelera disponible. Lo que no solucionan es la cara de tonto que se te queda recogiendo la caca de tu perro mientras ves  que alguien se ha dejado otra más grande que tu chucho al lado de la tuya.


Es que me lo traumatizan.

Próximamente, más desbarres. Recordad que cada vez queda menos para el estreno de la cuarta de Juego de Tronos. Id preparando el pesadómetro....

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